FEDERICO GARCIA LORCA A LAS MALDITAS CINCO DE LA TARDE


Ayer volví a leer a Federico García Lorca, una antología de poemas, y me acordé de la plática que García Lorca tuvo con un niño que le leía apasionadamente, el niño le decía que quería comprenderle completamente, a lo que García Lorca preguntó que de dónde era originario, el niño respondió que era de Granada, y García Lorca dijo que entonces ya había una comprensión, pues era Granada el fondo, la raíz de su vida y de su obra.

El poeta, el loco Federico García Lorca nació en 1898 en Granada. Su familia, de clase acomodada –ja, que clasificaciones hacemos- y de gustos artísticos. Desde niño estudió guitarra y piano, aunque a la muerte de su maestro, decidió dejar la música y dedicarse a la poesía. Licenciado en Derecho e integrante de la famosa generación del 27, amigo de Luis Buñuel y Salvador Dalí.

Fue asesinado por el régimen Franquista en los primeros días de la guerra civil. Lorca era un poeta, no un político, aunque su misma alama poética lo llevara a oponerse a cualquier tipo de régimen autoritario. El 19 de agosto, fue arrestado y asesinado de manera clandestina, su cuerpo fue encontrado en la Sierra Nevada.

Considerado por otros poetas, como Antonio Machado o Rafael Alberti, como un grande entre los grandes, debido a su fuerza interpretativa, así como de un profundo conocimiento filosófico y un estilo rico en metáforas pero sin mayores complicaciones.

El tema, el núcleo de su obra toda, es la raíz que ha movido al pueblo español desde tiempos inmemoriales, la vida, la muerte, el fracaso, la frustración, y claro, el yo.

¿Qué era homosexual? ¿Y eso qué?

Lorca decía:

“El poeta que va a hacer un poema (lo sé por experiencia propia) tiene la sensación vaga de que va a una cacería nocturna en un bosque lejanísimo... Delicados aires enfrían el cristal de sus ojos. La Luna, redonda como una cuerna de blando metal, suena en el silencio de las ramas últimas. Ciervos blancos aparecen en los claros de los troncos. La noche entera se recoge bajo una pantalla de rumor. Aguas profundas y quietas cabrillean entre los juncos... Hay que salir. Y éste es el momento peligroso para el poeta. El poeta debe llevar un plano de los sitios que va a recorrer y debe estar seguro frente a las mil bellezas y las mil fealdades disfrazadas de belleza que han de pasar delante de sus oídos. Debe tapar sus oídos como Ulises frente a las sirenas y debe lanzar sus flechas sobre las metáforas vivas y no figuradas o falsas, que le van acompañando. Momento peligroso si el poeta se entrega, porque, como lo haga, no podrá nunca levantar su obra. El poeta debe ir a su cacería limpio y sereno, hasta disfrazado. Se mantendrá firme contra los espejismos y acechará cautelosamente las carnes palpitantes y reales que armonicen con el plano del poema que lleva entrevisto. Hay a veces, que dar grandes gritos en la soledad poética para ahuyentar los malos espíritus fáciles que quieren llevarnos a los halagos populares sin sentido estético y sin orden ni belleza."

Habría que aprender a escuchar esas tres voces demoniacas, a esas voces de daimon que Lorca escuchaba, para después poder luchar por ellas, son las voces por las que vive y muerte un poeta: la voz de la muerte; la voz del arte; la voz del amor.

Antes de ser llevado a su destino final, Lorca gritó este poema:


LA COGIDA Y LA MUERTE

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.

Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.

Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.

Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.

En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.

Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde:
A las cinco de la tarde.

A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.

El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.

A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.

Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde.
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!


Y antes de ser asesinado, Lorca preguntaba ¿Y mi LUNA? ¿Dónde está mi LUNA?

Desgarradora LUNA que no estuviste para que Lorca se refugiara en tu blancura en aquella noche de infinito sopor, LUNA de las mil lagrimas de LORCA, LUNA que te negaste a acompañarlo al límite de donde tú eres la eterna esfinge, LUNA, mi LUNA ¿En dónde estarás ahora?



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